LA BELLEZA NATURAL EN LA HISTORIA:
Los
tratamientos naturales de belleza han jugado un importante papel en la historia
desde las primeras civilizaciones, cuando la humanidad utilizó en primer lugar
diversas plantas y otros elementos proporcionados por la naturaleza.
Los
pioneros de los tratamientos naturales de belleza fueron probablemente los
hombres de las cavernas del período mesolítico, 10.000 a.c. que aplicaban grasa
y aceite de ricino para suavizar la piel y se tatuaban el cuerpo con tintes
vegetales como protección contra el sol.
Las
fórmulas documentadas de lociones para suavizar la piel datan de los tiempos
bíblicos, en que las mujeres elaboraban lociones a partir de aceite de oliva y
especias con las que se daban fricciones en los pies llagados . Las cortezas
perfumadas y las raíces secas se picaban bien finas para obtener polvos de
talco.
Los
primeros pintalabios aparecieron en la antigua cuidad de Ur, cerca de
Babilonia, hace unos 5000 años.
Al lado, en
Egipto, Cleopatra confiaba en varias centenas de remedios naturales de belleza
para mantener sus legendarios poderes de seducción. No es una coincidencia que
los cosméticos se desarrollaran en primer lugar en el antiguo Egipto y se han
encontrado dibujos que ilustran el uso extendido de un elaborado maquillaje
para los ojos en tumbas construidas hace el año 5000 a.c. Los antiguos egipcios
se puede atribuir, probablemente, el mérito de idear la mayor parte de los
primeros preparados de belleza y se dedicaron especialmente a los perfumes
altamente aromáticos. Los egipcios también han pasado a la historia por su
sabiduría y manejo de los aceites esenciales. Además de los cosméticos y
perfumes, los antiguos egipcios fueron los primeros en elaborar jabón, a partir
de un agente de limpieza natural llamado saponita, que se extrae de la
saponaria o hierba jabonera.
Los
comerciantes árabes que viajaban por Oriente Medio con valiosas cargas de
especias, incienso y mirra, se dedicaban a la vente de aceites aromáticos. Eran
muy preciados e incluso tenían un valor superior al oro.
Los asirios
en Oriente Medio popularizaron los productos suavizantes para el cuerpo y los
primeros exfoliantes cutáneos aparecieron hacia el año 1000 a.c. Se elaboraban
con polvo de piedra pómez. También, los asirios y los egipcios, antes de la
ducha, se frotaban con puñados de arena para limpiar los poros.
Los
antiguos egipcios también tenían conocimientos sobre cosmética. Las mujeres
griegas se pintaban las mejillas con pastas vegetales, hechas de bayas y
semillas machacadas, para conseguir un rostro saludable. También se inclinaron
por la peligrosa costumbre de utilizar albayalde y mercurio para el rostro,
para proporcionar al cutis un aspecto sedoso. Sin ellos saberlo, la piel
absorbía estos metales duros y ocasionaban muertes prematuras: una tendencia
funesta que continuó a lo largo de los siglos.
El médico
griego Galeno advirtió el problema y escribió: “ las mujeres que se pintan con
mercurio, a pesar de ser jóvenes, envejecen en poco tiempo y se les arruga la
cara como a un mono”. A Galeno se le atribuye la receta original de la crema de
belleza a base de cera de abejas, aceite de oliva y agua de rosas.
Los romanos
establecieron muchos de nuestros hábitos de belleza actuales. Al extenderse el
Imperio Romano por Europa, dejó como legado el baño diario en baños públicos
(termas romanas, lo que equivaldría hoy en día a nuestros actuales spas y
balnearios). Durante el Imperio Romano, los aceites esenciales también fueron
muy populares como perfumes y como antisépticos ( a veces, incluso, para tratar
la peste). La técnica de elaboración de jabón también se importó de Italia.
El
siguiente cambio en el curso de la historia lo trajo el Renacimiento: destacó
por los grandes avances en el terreno de la belleza natural. En Venecia, las
damas, incluida Catalina de Medici, llegaron a establecer su propia sociedad
para las pruebas cosméticas y preparados cosméticos.
En 1508,
unos monjes de la orden de los dominicos establecieron en Florencia una de las
primeras perfumerías europeas. Preparaban muchas fragancias populares, entre
ellas el elixir de ruibarbo y el agua de melisa. Elaboraron polvos con aroma de
lirio a partir de raíces de esta flor, que se utilizaban para perfumar la ropa
de la casa y de la calle.
La reina
Isabel I importó muchos perfumes italianos y franceses. Fue, asimismo, una de
las más célebres consumidoras de preparados de belleza natural y sus retratos
ilustran su pasión por las pelucas rojas y la piel maquillada. Durante esa
época, las infusiones de hierbas también se empleaban para mantener la piel
limpia, incluyendo el agua de hinojo y de Eufrasia. Las claras de huevo batidas
se utilizaban para hacer la piel más tersa y suave.
Durante el
reinado de Carlos I, la primera empresa británica de productos de tocador abrió un establecimiento en Londres. Consta
en los archivos el nombre de YArdley que pagó una larga suma al monarca para
obtener la concesión que le permitiera fabricar jabón para toda la capital.
Desgraciadamente, los archivos en los que figuraban tales actividades fueron destruidos
durante el gran incendio de Londres en 1666. Pero, nos consta que Yardley
utilizaba la lavanda como principal ingrediente en perfumería.
A partir de
este momento, los remedios para el cuidado de la piel fueron refinándose cada
vez más y las damas de la corte de Jaime II utilizaban cremas hidratantes
elaboradas con especias y vainas de vainilla escaldadas en miel.
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